Cuando emprendemos un negocio una de las primeras cosas en las que pensamos es si deberíamos ponernos un sueldo y , de ser así, cuánto debería de ser. Tomar la decisión correcta puede evitarnos graves consecuencias financieras y fiscales, más aún si hemos creado la empresa como una sociedad, donde el salario constituye un gasto más a sumar.
Para hacer un buen balance sobre la rentabilidad de tu negocio y su viabilidad, es importante incluir algún sueldo, por estos motivos:
- El emprendedor terminará por no querer montar su propio negocio y renunciar a una remuneración, en favor de un trabajo en el que sea asalariado, con ingresos fijos y sin preocupaciones.
- En el caso en el que tuviese que contratar a otra persona para que realice sus funciones, el no haber contado con dicho gasto le obligará a aumentar sus ventas o bien subir sus precios.
Antes de fijar un salario lo primero, y ante todo, es ser realista y no anteponer nuestros gastos a los del negocio. Se trata de hacer crecer un árbol, que tras muchos cuidados y espera nos dará suculentos frutos.
Iniciar un negocio desde cero siempre es muy difícil, pero también es el momento clave para que todo vaya bien. Esto significa que en un principio deberemos renunciar a un gran salario, y conformarnos con aquello que cubra nuestros gastos personales básicos.
Si la empresa tuviera varios socios, lo normal sería hacer un cálculo aproximado como si estuviéramos contratando a un trabajador por cuenta ajena por llevar a cabo nuestras funciones. Si bien es cierto que, hay muchas funciones que no son delegables ni tampoco retribuibles con un sueldo.
La segunda cuestión a tener en cuenta es el reflejo de nuestro salario en el balance de la empresa cuando ésta es societaria. Si nos atribuímos un sueldo muy alto significa pagar más impuestos y, si por el contrario, decidimos ponerlo muy bajo, podríamos generar pérdidas en la empresa.
Aquí está la clave, establecer el salario fijo que cubra nuestros mínimos personales , y añadirle un variable al final del año según las ventas o los objetivos cumplidos. Además, es importante establecer la forma de cobro de tu salario para poder recurrir a bonificaciones fiscales y por tanto ahorrar.
Hasta el 1 de enero del 2017, el IRPF permitía la exención del cobro de dividendos hasta los 1.500 euros, lo que significaba la devolución del importe retenido. Pero a partir de este año la fiscalidad ha cambiado, por lo que es conveniente que consultes con un asesor profesional que te ayude a tomar la decisión correcta y ha realizar la documentación necesaria.
Recuerda que si hay beneficios entonces tendrás dividendos, y para acceder a ellos primero deberás haber liquidado el impuesto de sociedades que corresponda. Los dividendos te ayudarán a distinguir las retribuciones por el trabajo y por el hecho de ser socio.
Si necesitas asesoramiento legal profesional puedes contactar con nosotros en el 983 812 033 o visítenos en Plaza de Montmorillón número 2 3C de Medina del Campo.